La plaga que el río Guadiana sufre con el camalote provoca que para su erradicación, o al menos intento de erradicación, sea necesario el vaciado de su cauce, lo que se hace aprovechando el final de la temporada de riegos con la apertura de la presa de Montijo. En esta semana hemos visto descender el nivel del río a su paso por Mérida, lo que ya ocurrió durante los pasados meses de Febrero y Marzo, cuando pudimos disfrutar de unas imágenes del río Guadiana impactantes.
Diferentes vistas del cauce del río Guadiana y las estructuras que lo cruzan y poblaron sus orillas
Desde que su curso está regulado es difícil ver imágenes del río seco, la última vez data de la década de los 80 del pasado siglo. Tal suceso nos ha mostrado la configuración original de las orillas del Guadiana antes de su “domesticación”, enseñándonos los restos de los molinos que poblaron sus orillas desde tiempos inmemoriales. Es por ello que hoy os proponemos esta ruta de senderismo arqueológico.
Los molinos que se pudieron observar son estructuras cuya cronología nos remiten al periodo moderno. Aun así, por su singularidad e importancia a la hora de explicar el pasado de nuestra ciudad, se trata de edificios fundamentales para su comprensión.

Esquema tipo de un molino harinero

Representación ideal de un molino hidráulico
En las imágenes que os traigo podemos distinguir hasta cuatro molinos incluidos en el tramo urbano y periurbano de la ciudad. El primero de ellos es conocido como el molino de las monjas y Álvarez Martínez lo incluye en su monográfico a cerca del puente romano de Mérida. En ese volumen presenta un plano en el que se puede apreciar la planta del edificio. La situación del molino de las monjas, en el centro del actual cauce, nos habla de los periodos de sequía del río, en los que se veía reducido a apenas un chorro que movía las muelas del molino.
Restos de lo que fue el molino de las monjas, en la actualidad sumergido en las aguas del río Guadiana.
Un poco más abajo, tenemos el esquinazo de otro molino (molino I), que a juzgar por lo conservado, gozó de grandes dimensiones. Nuevamente su situación nos remite a tiempos más “salvajes” del curso del río.

Restos del molino I, situado junto al ferial.
Aún encontramos tres ejemplos más. El primero de ellos, molino II, presenta un estado de conservación muy malo habiéndose derrumbado dos cuartas partes del mismo, aunque todavía son apreciables los canales de alimentación del molino y la fachada norte del edificio. En su paramento se aprecia la reutilización de elementos arquitectónicos de edificios anteriores de cronología romana. En las inmediaciones conocemos al menos tres monumentos funerarios que sirvieron de cantera para la construcción del molino. La prueba de ello es la reutilización en uno de los canales de alimentación del molino de una estela funeraria. La pieza ya fue publicada por Jonathan Edmonson en su obra «Estelas funerarias de granito de Augusta Emerita» y hace referencia a un ciudadano de Olissipo enterrado precisamente junto a la vía que unía ambas ciudades, cuyo talud y rodadura también son apreciables en la actualidad.
Molino harinero II
Estela funeraria romana con inscripción reutilizada en el molino II
Los dos últimos molinos, que pudimos visitar conforman un conjunto, molino III, unidos por una pasarela, sobre elevada de la orilla, de tal forma que permite el tránsito entre los dos molinos. El estado de conservación de ambos es fantástico, conservando sus cubiertas, una de ellas de ladrillo de muy buena factura.
Vistas del exterior del conjunto que conforma molino III
Vistas del interior del molino III
En las orillas del Guadiana en Mérida hay al menos otros tres ejemplos, el más paradigmático es el de pan caliente, de dimensiones colosales y hoy convertido en albergue.
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